Hoy en día, en el siglo XXI, ¿por qué viajamos? Hay muchas razones, voy a tratar de hacer una lista con algunas de las que a mi parecer son más importantes.
- Desconectar de tu día a día es bueno para la salud: y la pongo la primera porque cuando salimos por la puerta de casa con maletas solemos tener una sonrisa de oreja a oreja, desconectar del trabajo y de la rutina es un sinónimo de placer. Quizá no es el motivo más glamuroso, pero sí lo primero que sucede al empezar el viaje. El estrés del trabajo y del día a día puede influir en nuestra salud, y no de forma positiva: aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, recaer en infecciones previas, dolor de cabeza, problemas para dormir, problemas estomacales… y unas cuantas «maravillas» que no voy a nombrar (mi deje de farmacéutico a veces sale a relucir). Viajar nos hace salir de ese estado y nos ayuda a realizar un reinicio a la mente. ¿Cómo? ¡Siguiente punto!
- Descubrimos cosas nuevas que estimulan nuestra mente: ¿recordáis el inicio del artículo? La humanidad ha estado buscando siempre sitios nuevos. Viajar estimula la curiosidad que llevamos dentro, descubrir sitios nuevos que nos gustan genera en nosotros un aumento de dopamina, endorfinas y serotonina; moléculas que durante esas fases de nerviosismo, sorpresa o éxtasis, impulsan nuestro estado anímico, ¡la felicidad! Y cuando uno está en ese punto se retroalimenta: estás fascinado, y quieres más, buscas más y descubres más… hasta que llegas a un punto top, ¡que ganas de estar ahí ahora!
Enrique Larreta, escritor
- Aprendes: muy relacionado con el punto anterior, pero puedes descubrir algo y quedarte con ello en la memoria fotográfica de la mente sin ir más allá, por supuesto has aprendido un sitio nuevo o un X que antes no conocías; pero ahora nos referimos a aprender en profundidad. La cultura de las personas en una zona concreta, su gastronomía y su fauna son puntos tan infinitos para explorar como el universo. Fundirte con una cultura distinta a la tuya ayuda a la mente a abrirse, a descubrir otra forma de hacer las cosas y a valorar lo que nos rodea, ya que muchas veces no apreciamos todo lo que tenemos. Cuando estás viendo un animal, una persona que conoce el entorno y las características de dicho animal, siendo capaz de transmitir toda esa información, hará que algo que ya de por sí es espectacular, sea mucho más interesante. Cuando sabes información sobre por qué tiene así las orejas, por qué tienen una estructura determinada en la manada, o por qué camina de una forma determinada; hace que tu mente sea capaz de dibujar más información y cree el perfil de dicha especie en tu biblioteca mental; y no sólo eso, sino que eres capaz de valorar más lo que ves en el momento y apreciar sus movimientos de otra forma. Lo mismo aplica para la fotografía. La de veces que miramos cámaras como objeto oscuro de deseo porque son el nuevo modelo, y pensamos que con lo que tenemos no podemos sacar unas fotos de portada del National Geographic. Un fotógrafo profesional que te enseña cómo usar los valores de la cámara (como si fuera un quimicefa), la razón de usar una apertura u otra; hace que lo que tenías puedas exprimirlo al 120%. Como se suele decir, el saber no ocupa lugar, y es muy agradecido aumentar conocimientos.
- Tienes unos fotones de campeonato: a la vuelta toca ordenar la cantidad de fotos que hemos sacado, rememoramos el viaje y tenemos una sensación entre felicidad, y la lagrimita colgando del ojo por las ganas de volver. Viajar nos aumenta la galería fotográfica en casa, y los álbumes en la estantería… aunque hemos perdido las buenas costumbres. ¿Quién no tiene álbumes de viajes de los 2000 pero ahora sólo guarda el recuerdo en la pantalla? ¡Hay que imprimir más fotos! Los recuerdos impresos quedan espectaculares y son geniales para compartir con los amigos.
- Te llevas amistades a casa: si viajas sólo y no te relacionas está claro que no, pero en los viajes se pueden hacer grandes amigos. En GoThombi somos una familia, en cada viaje el grupo es una mini familia que comparte gustos. No mentiré: personalmente he hecho mejores migas con gente en la otra punta del mundo, que con gente con quien he compartido casa o amistad durante años. Viajar es una droga, y todos tenemos en común lo mismo: el mono cuando llevamos una temporada sin movernos. Y cuando salimos, ese chute es algo maravilloso y adictivo, hablas hasta nuevos idiomas a veces (y lo orgulloso que está uno de si mismo cuando consigue «dominar» otras lenguas una noche de cervezas lejos de casa).
- Cumples sueños (y eso está muy bien): no hay persona sobre la faz de la tierra que no haya pensado «necesito ir a Hawaii» tras ver la famosa serie del 5.0 y al cachas de McGarrett; o querer ver un oso en persona tras pasar la infancia con Winnie the Pooh, Baloo o el oso Yogui. Y no está mal soñar así, pero es mucho mejor cuando conviertes esos deseos en realidad y puedes marcar la casilla como «conseguido». Nunca vas a dejar de soñar con nuevos destinos, pero te podemos prometer que cada vez que los consigas una satisfacción te recorrerá por dentro.
- Haces deporte: vale, no lo considero como la opción principal, pero está muy bien ese plus, no parar todo el día, te deja agotado, duermes mejor y se agradecen las pateadas para mover el cuerpo.
Yo no sé vosotros, pero voy a dejar de escribir porque me estoy poniendo nervioso de pensar en todo lo que quiero ver, aprender y experimentar. No me sienta bien escribir desde la oficina sin poder disfrutarlo en el momento. ¿Te vienes conmigo a alguno de nuestros viajes?
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