Ver todo eso te hace valorar lo afortunados que somos por lo que tenemos, ¿quién no quiere disfrutar más cada día y ver lo que tiene? No sabes la felicidad que transmite la gente local, y cómo se contagia uno.
3. Te pone los pies en la tierra: por desgracia no valoramos lo que tenemos. Somos así de estúpidos en el primer mundo. Tenemos un techo, agua corriente, calefacción, electricidad, trabajo… y aun así nos seguimos quejando por tonterías. Como dice Víctor Küppers (estoy hoy poeta): Hay dos tipos de “problemas”: los problemas de verdad, y las circunstancias a resolver. Y solemos confundirlo, pero ir a Tanzania te enseña a separar ambos. Conocer los Masáis (maasai), otra cultura, otro estilo de vida, visitar Losimingori, estar en contacto con los niños… ver que no tienen agua, no tienen calefacción, no tienen muchas veces un techo, ni ropa, educación, trabajo… Eso son problemas, no los nuestros. Y por cierto, podemos ayudarles (de hecho ya lo haces si viajas con nosotros, porque colaboramos en dicho pueblo con la ONG local Mesiakini). Ver todo eso te hace valorar lo afortunados que somos por lo que tenemos, ¿quién no quiere disfrutar más cada día y ver lo que tiene? No sabes la felicidad que transmite la gente local, y cómo se contagia uno.
4. Descubrirás una cultura legendaria: a pesar de que hay muchas tribus, una de las principales son los masái, ¿y quién no ha oído hablar de ellos? Conocer sus rituales (ver cuanto saltan y sus danzas asombra) será una parte clave del viaje, y no, no llevamos a nadie a ver un pueblo turístico, sino uno real. ¿Sabes que actualmente los masái son uno de los mayores defensores de los animales? En antaño, para pasar de joven a adulto tenían que cazar un león. Actualmente, eso se simula, y es por ese respeto que tienen a la naturaleza, y lo que luchan por conservarla.
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