Conectar con el medio
24 mayo 2021

Lo comentaba el otro día en una publicación en las redes sociales (aquí), el hecho de que siento que las redes sociales nos consumen la vida.

Un estudio de 2019 muestra que los Españoles dedicamos 1h y 40 minutos al día a las redes (estudio). Estoy convencido de que muchas veces podemos sacar mucho de provecho de ellas (¡como las publicaciones de GoThombi!), pero también me jugaría la mano con que la mayoría del tiempo lo único que hacemos es quemar horas.

Aerial reflection

¿Qué es lo que encontramos en las redes que nos engancha tantísimo? No soy un experto en psicología, pero algo por dentro me dice muchas veces que es algo relacionado con el «salseo»: a la mayoría de la población le encanta saber que hacen sus amigos/conocidos; y a la otra parte, sin saberlo o sin quererlo también. Me considero de ese grupo, pues la vida de los demás no me importa, pero sin embargo he dedicado demasiadas horas a las redes sociales. Lo peor de todo es que empiezas mirando todo sin esperar encontrar nada en concreto, y todo ese tiempo que uno dedica a «la nada», podría dedicarlo a cosas mucho más útiles (ains, la típica frase de «no tengo tiempo», pero las horas de TikTok e Instagram no se perdonan).

Ver las alas de un pequeño gorrión, fijarse en los detalles de su cuerpo, cómo se mueve a saltitos buscando unas migas de pan…

Y es curioso, pues también está demostrado que la gente que dedica más tiempo a la naturaleza es más feliz y está más relajada, todo lo contrario a lo que genera echar horas en los medios antes mencionados (bendita ciencia). ¿Y si fuéramos por la calle con la cabeza levantada del móvil mirando a  nuestro alrededor? En cada árbol de la calle, o en los pequeños recovecos de naturaleza que hay en las ciudades, podemos encontrar vida que nos devuelve un poco a la época pasada en la que vivíamos en los bosques; y quizá ahí está la magia y el por qué de ese placer en el mundo natural. Quizá es que eso despierta dentro de nosotros un «algo» que nos hace sentir mejor.

Y cuanto más nos fijamos en esos pequeños sitios, más llegaremos a ver esos seres vivos que pasan desapercibidos sin merecerlo. Aves como los gorriones, los aviones (no los de metal), e incluso palomas o gaviotas; así como invertebrados que pueden ser hormigas u orugas. Y lo bonito está ya no sólo en la propia criatura sino en observar cómo se relaciona con el medio y sus «familiares».

Gorrión.

He de confesarlo: no me había fijado tanto en esos pequeños detalles hasta hace unos meses, y me maravillan. Ver las alas de un pequeño gorrión, fijarse en los detalles de su cuerpo, cómo se mueve a saltitos buscando unas migas de pan… Parecerá una tontería, pero me quedo embobado, y tras ese breve momento uno se da cuenta de que vuelve al mundo más relajado y feliz.

¿Nos da eso las Redes Sociales? No creo que a nadie se lo dé, pues nos da envidia ver donde está Manoli de vacaciones, o nos cabrea ver las injusticias que ocurren en el mundo, y nos molesta ver la forma en que nuestras publicaciones no o tienen todos los «Likes» que creemos que merecen.

¿Desconectamos?

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Alexandro
Apasionado de la naturaleza y la vida salvaje. Fundador de GoThombi, una agencia de viajes para aquellos que desean disfrutar del mundo y de la vida silvestre mientras mejoran el futuro.

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